Y ya está. Terminé. Han sido cuatro años. Cuatro años fascinantes, complicados, frustrantes, confusos, maravillosos. ¿Es Cuba el único país en el que de manera simultánea el tiempo es rápido y furioso y se detiene?
Ha habido cambios. Obama vino y se fue. En el Vedado ahora un Maserati parquea al lado de un Moscvich. Las personas contactan a sus primos en Miami por IMO desde un parque. El Papa estuvo aquí, luego Madonna. Cuatro millones de turistas inundan las playas para tostarse al sol o pasearse en un Chevy cancaneante. Mientras que una Habana misteriosa, encantadora, de color pastel y con aroma de tabaco sufre. ¿Sobrevivirá a la presión combinada de la densidad poblacional, al cambio climático y al turismo? ¿O las casas se derrumbarán, el pavimento se agrietará y nuevos y feos hoteles desfigurarán la fachada de foto de tarjeta postal?
El modelo económico y social está aún actualizándose, el Socialismo 2.0 está aún desarrollándose. Existen por supuesto algunos brotes verdes tales como la biotecnología, los fármacos, los start-ups en ICT, casas y paladares. Puede comprar una pizza hecha por el sector privado en la mayoría de las calles de cada pueblo en Cuba. El Paquete y Revolico apuntan a la creatividad y dinamismo de los empresarios del país. Si hay una brecha en el mercado, un cubano la encontrará y la aprovechará. Si algo se rompió, aparecerá un invento. Los únicos límites a la inventiva y a las ideas son las montañas de regulaciones y el papeleo (¿pero en qué país no ocurre eso?)
Sin embargo, muchos de estos cambios siguen estando muy en la superficie. Por debajo, las corrientes se mueven con menor velocidad. Se forman remolinos, en el fondo, las aguas oscuras se enlentecen. Mirar a través de la penumbra, formarse una imagen clara, comprender los variaciones y cambios sutiles es desalentador. Sortear a los guardianes aún más.
Los retos son inmensos; una población envejecida, la emigración de jóvenes, un embargo comercial impuesto por la mayor economía del mundo, y los graves problemas económicos de su más leal socio, pondrían a prueba a cualquier gobierno. Para unificar las monedas – una de las tareas más difíciles, el gobierno necesita reservas pero ¿cómo puede atraer recursos sin la unificación monetaria? La inversión extranjera es vital pero la rentabilidad de las empresas del estado, de los socios potenciales en una empresa mixta, es enmascarada por una tasa de cambio artificial del peso al CUC. La inversión del gobierno de la que se precisa de manera urgente para mejorar la infraestructura, está restringida por bajos ingresos. Los consumidores necesitan gastar más pero los empleos no son creados con la suficiente rapidez y el salario es bajo.
¿Cuál es la solución?¿Buscar petróleo?¿Exportar más tabacos? ¿Los Estados Unidos? ¿JetBlue? ¿Dar rienda suelta al empresariado? ¿Reducir los muy altos precios de carros, teléfono e internet? ¿Eliminar el papeleo? ¿Cruzar los dedos, esperar y ver qué pasa? ¿Cruzar los dedos y cruzar el mar? ¿Más internet? ¿Más impuestos? ¿Más ideas? ¿Más cambios? ¿Más actualizaciones?
No me corresponde a mí decirlo. Los cubanos encontrarán las respuestas. A estas preguntas y a otras que no he formulado. Los cubanos trabajarán en cómo llevar al país de la era analógica a la de la super rápida banda ancha. En cómo desarrollar un país dinámico, conectado, moderno, que genere empleos (y mantener los paseos en una versión del Cadillac de los 50 que tanto aman los turistas). En cómo ofrecer empleos que motiven y llenen a los jóvenes y aseguren un retiro confortable para los pensionados. En cómo garantizar que cada cual pueda lograr su ambición sin tener que mirar a otro lugar. En cómo tener un debate nacional que permita a cada uno dar su opinión sin temor o sin que sea sancionado. En cómo garantizar que las tiendas estén llenas, que los precios sean asequibles, que las personas tengan instrucción y que gocen de buena salud, que los niños sean felices y que sus primos de Florida o de España los visiten. En cómo asegurarse de que su país no se quede atrás.
¿Y qué dejo aquí? Cuatro años de semanas británicas, charlas británicas, buques británicos y grupos musicales británicos. Delegaciones de empresarios, ministros, organizaciones deportivas, coreógrafos, dramaturgos, actores, profesores, expertos, DJs y ONGs, todos volaron hasta acá para compartir sus experiencias y aprender. Un canciller británico visitó Cuba por primera vez desde la Revolución. Los Rolling Stones rockanrolearon. La Embajada se trasladó hacia el Oriente durante una semana para mostrar que estamos aquí para toda Cuba y no solo para La Habana. Viaje desde Cocodrilo en la Isla de la Juventud hasta Pinar del Rio y hasta la Punta de Maisí, visitando cada una de las provincias del país y su único municipio especial. Asistí a numerosos juegos de pelota, jugué críquet en Guantánamo (el pueblo, no en la Bahía), jugué en un partido de fútbol para celebrar el día en que los británicos trajeron por primera vez ese juego a Cuba a principios del siglo XX, despedí a cubanos que se marchaban a estudiar en universidades británicas como parte de las becas Chevening y les dí la bienvenida a su regreso después de un año fuera.
¿Que si extrañaré? Por supuesto. Extrañaré el país, la cultura y la cubanía. Extrañaré el sol, muy poco habrá de él en Londres hacia donde voy, y la música cubana y salsa aunque escucharé una y otra vez a Alexander, Leoni, Maykel y El Niño tocando en el equipo de música de mi casa. Pero lo que más extrañaré de todo será a mis amigos y colegas cubanos, sus conversaciones, sus risas, los buenos momentos, escuchar sus temores y ambiciones, sus luchas diarias, sus esperanzas por un futuro mejor, sus historias del pasado. Siempre es difícil marcharse, siento mucho tener que hacerlo. Pero regresaré algún día.
¡Hasta pronto!