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Una caminata a la ciudad perdida Maya de El Mirador, Parte 2

La mañana siguiente nos despertaron antes del amanecer los monos aulladores en los árboles. Nos fuimos temprano a La Danta. Pasando varias excavaciones en el camino, a un punto nuestro guía quitó una lona para enseñarnos algo de interés arqueológico pero todo lo que nosotros podíamos ver eran culebras retorciéndose, tarántulas y lo que nos pareció el escarabajo más grande del mundo. Era una escena salida de Indiana Jones!   Caminando más en amplias calzadas llegamos a la base de La Danta y después comenzamos a subir, pasando de una terraza a la otra, hasta que finalmente llegamos a la cima del templo para aparecer en una espectacular vista de ojo de pájaro de la jungla – verde hasta donde el ojo podía ver. Había montículos de diferentes tamaños todo alrededor, cada uno escondiendo una estructura que aún tenía que ser excavada, testimonio del remarcable hecho que casi 200,000 personas se supone vivieron allí durante el apogeo de El Mirador alrededor de 500 AC – casi seguro la mayor de las ciudades Mayas de todas, y también una de las más grandes ciudades en el mundo de esos tiempos. Nos quedamos aproximadamente dos horas sentados en la cima, empapándonos de la vista y contemplando las extraordinarias habilidades de construcción de la civilización Maya.

Base de La Danta

La Danta en El Mirador

Más tarde en el día visitamos la plaza principal y miramos las excavaciones (que se llevan a cabo por el arqueólogo americano Richard Hansen y su equipo) un friso esculpido mostrando escenas del Popol Vuh; la calidad de los tallados es verdaderamente notable, y mucho más impresionante que lo que he visto en cualquier otro lugar. Vimos también muchos otros tallados, algunos de ellos similarmente espectaculares en calidad, y terminamos el resto del día paseando por el enorme lugar, asimilando la inmensidad de lo que estábamos viendo e imaginando lo que era la vida en esa gran ciudad hace 2,500 años.

Friso en El Mirador

Luego al día siguiente, tristemente había que regresar. Caminamos de regreso a El Tintal, acampamos allí y después en Carmelita a la mañana siguiente. Habíamos caminado un total de 80 kms en el transcurso de 5 días, muchas veces en un calor intenso, pero totalmente valía la pena. En un punto un helicóptero nos sobrevoló, sin duda llevando a turistas a un viaje de un día. Pero con todo y picaduras de mosquitos, sentimos que tuvimos una experiencia mucho más rica, con nuestra caravana de mulas, acampando en la jungla y escuchando a la vida salvaje! Esa notable y muy privilegiada experiencia hizo que hasta los piquetes de mosquito fueran tolerables!

Nuestro camino de regreso

En la cima de La Danta

Con nuestro grupo guía

Uno de los muchos animales que vimos

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