Inundaciones en La Habana, ¿Un presagio de lo que vendrá?
Tim Cole
La Habana es una ciudad bella, evocadora, encantadora e intrigante. Sí, muchos edificios necesitan deseperadamente mantenimiento y los baches en las calles necesitan ser reparados, pero la ciudad tiene un esplendor marchito color pastel que ofrece un impresionante fondo para muchos ya sea para una foto tomada por un turista o para una fiesta de sábado por la noche en el Malecón. Pero las inundaciones del fin de semana pasado, las del fin de semana anterior y las de la semana más arriba deben ser motivo de preocupación para todo el que como yo ama este lugar. No solo porque las inundaciones significaron que la foto no pudo ser tomada o que la fiesta no pudo comenzar, sino por lo que pueden presagiar para el futuro de La Habana.
Las inundaciones son causadas tanto por lluvias torrenciales como por la fuerza de las olas traspasando el Malecón. Ambas causan daños aunque sospecho que la sal del agua de mar es más corrosiva. Existe un impacto inmediato en el transporte, la economía, la vida de las personas y en la educación de los niños. Los amigos de aquí me dicen que les preocupa más cuando salga el sol ya que el proceso de secado puede dañar los edificios con deficiente construcción o mantenimiento. Algunos pueden colapsar.
Todo ello constituye una preocupación. Pero todo parece indicar que veremos más de esto. Con el incremento del nivel del mar en todas partes del mundo, el mar inevitablemente traspasará el Malecón cada vez más. Y un clima cambiante predice eventos climáticos extremos. Eso significa que habrá más días como esos en los que El Vedado, Miramar, Centro Habana, Jaimanitas y otras áreas de riesgo estén bajo el agua. Más días en los que no habrá buses y no podrá trasladarse hacia el trabajo, o llegar a la casa o a la escuela. Más daño para las casas de La Habana, para las calles y para su infraestructura. Más daños a esta bella ciudad.
¿Qué puede hacerse al respecto? Me temo que no tengo la respuesta. Ojalá la tuviera. Sé que algunas instituciones como el Grupo de Desarrollo Integral de la Capital y la Oficina del Historiador han estado trabajando en ello. Quizá ya lo han resuelto.
Según la Convención sobre Patrimonio Mundial, todos tenemos el deber de preservar los sitios de patrimonio mundial que incluye La Habana Vieja. La UNESCO tiene un papel que desempeñar en apoyar al gobierno de Cuba en encontrar una solución.
Necesitamos definir el problema, buscar algunas respuestas y recursos para financiar el trabajo. Hay muchas buenas ideas por ahí: nuevas barreras contra el mar para romper las olas antes de que lleguen al Malecón, sistemas de drenaje sofisticados para que el mar y la lluvia drenen mucho más rápico, quizás edificios resistentes a la sal. Algunas pueden no funcionar, otras sí. Las nuevas tecnologías tendrán nuevas respuestas. Las viejas tecnologías puede que también. Pero todo será costoso. Por tanto, todos ustedes, científicos, arquitectos, físicos, historiadores, ambientalistas, residentes, empresarios, estudiantes, turistas, fiesteros y fiesteras del Malecón, diplomáticos, todos los que se preocupan por La Habana, todos nosotros, debemos juntarnos y enfrentarnos a ello. Quizá mañana mismo. Antes de que sea demasiado tarde.