Vuelvo a tener un invitado de honor en mi blog: el becario Chevening Osmel Barreto, que se encuentra en Londres desde hace tan solo un mes cursando una Maestria en Tecnologías de la Informacion e Innovación Estratégica. Osmel nos adentra en el cambio drástico que ha representado para él experimentar tantas “primeras veces de una sola vez”. Gracias a Osmel por compartir sus experiencias.
Sí, es exactamente así como me sentí cuando llegué al Reino Unido. Esa habilidad de saber exactamente adónde ir, cómo actuar y qué encontrar en cada lugar, al parecer se había quedado en casa el día que partí. Después de tantos años aprendiendo a ser adulto, la inexperiencia de la adolescencia parecía volver a entrar en escena, y como personaje protagónico!
Lo que significa ser un “fresher”
Nunca pensé que después de tanto tiempo, tendrían que prácticamente llevarme de la mano al aula del campus donde daría mi primera clase, a la residencia estudiantil, a la parada del bus correcto (y no otro en el que di vueltas por casi media hora, hasta darme cuenta que ya Kingston ya no parecía estar “upon the Thames”). Nunca hubiera podido imaginar que el préstamo de los libros de la biblioteca de la escuela funcionaría de manera automática, mediante un dispositivo que, al poner los libros sobre un pedazo de metal, como por arte de magia sabe exactamente qué ejemplares vas a tomar, sin importar qué tan desorganizados los pongas, ni cuántos libros pongas al mismo tiempo. Eso, incluso para un “IT guy” como yo, es difícil de entender. Me imagino que igual de difícil debe haber sido para los 5 estudiantes que estaban esperando en la cola, entender por qué me tomaba 10 minutos un proceso que está concebido para no más de 30 segundos.
No los voy a engañar, no es fácil enfrentar tantos cambios: primera vez fuera de mi tierra, primera vez en un avión, primera vez en el “Tube”, y aún después de un mes la lista de “primeras veces” parece no acabarse nunca. Tantas cosas nuevas y un ritmo de vida que funciona al menos 20 veces más rápido que a lo que estamos acostumbrados. El respeto por el tiempo de los demás se convierte a veces en prioridad número uno, incluso al punto de tener que arrimarse a la derecha de las escaleras eléctricas en el Tube, para que los que necesitan ir más rápido puedan avanzar. “Time management” es siempre la palabra del día si se cumplir hasta con la más simple de las tareas.
Paso a paso
Parecía que la vida me había enfrentado al más grande de los desafíos, y de pronto, sin tan siquiera notarlo, las cosas empiezaron a cambiar. Después de un mes ya saludo al mismo chofer del bus todas las mañanas (el correcto!), ya sé dónde comprar los frijoles negros que tanto me gustan, e incluso, ya soy uno de los que va apurado por la parte izquierda de las escaleras eléctricas en las estación de Waterloo. He podido apreciar la arquitectura de una de las ciudades más modernas del mundo, con edificios tan llenos de tecnología como “The Shard”, y que sin embargo, conserva lugares emblemáticos, como el Palacio de Buckingham y el “Big Ben. Ya incluso he podido compartir con los otros becarios de Cuba y ya somos un grupo inseparable que nos seguimos los pasos unos a los otros y nos apoyamos en todo, incluso si lo que necesitamos es hablar de lo mucho que extrañamos a la familia.
Inconscientemente las viejas habilidades van regresando, incluso mejoradas, y poco a poco voy aprendiendo cómo tener nuevamente esa independencia a la que estaba acostumbrado y cómo encajar en un mundo totalmente nuevo, aún cuando tenga que tropezar un par de veces en el proceso. La clave? Simple. Basta con interiorizar qué tan afortunado soy de poder estudiar y vivir en un país con una cultura excepcional y un sistema social y educacional de los más prestigiosos en el mundo. Basta con ir cada día a las clases y tener acceso a una fuente de conocimientos de excelencia, de mano de profesionales con un altísimo reconocimiento internacional. Basta con mirar atrás y darse cuenta de cuántos amigos ya he hecho y cuántos quedan por hacer. Basta con entender lo que realmente significa ser un becario Chevening y el sinfín de oportunidades que puedo tener, si trabajo duro y me esfuerzo día a día.
Es cierto, hay que empezar desde cero, pero si ese es el precio a pagar por una oportunidad única en la vida, créanme chicos, vale la pena.