Manuel Barcia Paz fue becario Chevening hace 14 años. Es ahora profesor de Historia de América Latina en la Universidad de Leeds. Un gran gracias a Manuel por enviarme su historia.
Parece que hace siglos que llegué al aeropuerto de Heathrow en Londres junto con el también becario Chevening cubano Davide Casagrandi. Desde entonces, mi vida ha dado varios virajes y hablar de mis experiencias durante el primer año en el Reino Unido ya no parece relevante, especialmente después de leer lo que sobre ello han escrito más recientemente otros becarios Chevening en el maravilloso blog de Tim.
De cualquier modo, intentaré lo mejor que pueda contar algunas anécdotas graciosas que pueden resaltar el “shock cultural” que todos los estudiantes extranjeros experimentan durante esos primeros meses. A mi llegada a la Universidad de Essex en Colchester, donde hice una maestría de Historia Comparativa y luego también un Doctorado, me convertí en parte de una verdadera comunidad internacional. Essex era y es aún, una de las universidades más internacionales del Reino Unido. Dos semanas después de mi llegada había un juego de fútbol entre Inglaterra y Grecia para la clasificación a la Eurocopa y recuerdo claramente que fui a verlo en el bar de los estudiantes, con dos nuevos amigos mexicanos, y me encontré rodeado no de ingleses sino de griegos. Antes de que pasara mucho tiempo, tenía amigos de todos los rincones del mundo, algunos de ellos aún son muy cercanos aunque ya hayan pasado 14 años desde que nos conocimos.
En realidad, toda la información que uno pueda recibir en la Habana no puede prepararle para la naturaleza de la experiencia que le espera, tanto en el aula como fuera de ella. Por solo citar un ejemplo, la biblioteca Albert Sloman de la Universidad de Essex es famosa por su elevador padrenuestro que nunca se detiene. Usted literalmente tiene que saltar dentro de él cuando sube o baja y saltar nuevamente cuando llega a su piso.
En el aula, las primeras semanas fueron brutales. En mi primera clase tuve dos profesores, uno canadiense y otro británico. Mientras que el canadiense nos impartía una conferencia, yo permanecí concentrado y fui capaz de comprender la mayoría de lo que decía, pero tan pronto como el británico comenzó, bueno, no entendí ni una palabra. ¡Comencé a preguntarme si sería capaz alguna vez de terminar la maestría! Afortunadamente, después de algunas semanas, todo cambió y mis oídos comenzaron a abrirse de alguna manera.
Antes de concluir debería escribir un poco sobre mi experiencia al terminar la beca. Cuando finalmente culminé mis maestrías pude aplicar para otra beca que me permitió continuar estudiando mi doctorado en el momento en que tenía pensado regresar a Cuba para retomar mi trabajo en el Museo de la Ciudad, en el que laboraba en aquel entonces. Sin embargo, la oportunidad era tan buena que no podía perderla y hasta hoy no me lamento de haberme quedado aquí para continuar mi educación.
Cursar un doctorado en una universidad con una reputación mundial en humanidades es más que obtener un título. Tuve la posibilidad de interactuar con algunos de los más importantes académicos de nuestro tiempo desde Paul Thompson (el “padre” de la Historia Oral) hasta Ernesto Laclau y Robin Blackburn quien fue de casualidad el examinador interno de mi tesis de doctorado.
Luego, me inserté en los movimientos dentro del sistema universitario británico, comenzando como ayudante de cátedra, un puesto de alta exigencia. Hay algunas grandes diferencias entre los sistemas de educación de Cuba y el Reino Unido. En la Universidad de La Habana tuve realmente profesores maravillosos, algunos de los cuales eran investigadores internacionalmente reconocidos. Sin embargo, ahí es donde terminan las similitudes. La movilidad laboral es casi inexistente en Cuba mientras que aquí hay posibilidades de empleo todo el tiempo a lo largo y ancho del país. Antes de asegurar un puesto permanente en la Universidad de Leeds me entrevisté para trabajar en varias universidades. Para ir más al grano, de manera segura, el único modo de obtener una posición académica en el Reino Unido es mostrando que eres la mejor persona para el trabajo. El sistema se basa en el mérito y el conocer o no conocer a las personas en los comités de empleo, al menos en mi experiencia, significó muy poco.
Puedo decir hoy después de 14 años de haber llegado a este maravilloso país que fui recibido con los brazos abiertos y que siempre he sido tratado con respeto y admiración no solo en el mundo académico sino también fuera de él. Esto por supuesto compensa el peso de la distancia cuando uno se siente lejos de casa y de los familiares cercanos, y especialmente los días en que no puede encontrarse un mango decente o una buena fruta bomba en ningún lugar de Leeds. Por último, al venir a estudiar en el Reino Unido, se está dando un gran salto de fe a lo desconocido y ese es especialmente el caso si nunca ha viajado al extranjero. Para los que lo hacen, sin embargo, los premios son simplemente maravillosos.