Me sorprendió leer recientemente que algunos académicos cubanos piensan que los británicos no pueden protestar frente al No. 10 de Downing Street, lugar en el que reside el Primer Ministro. Pueden hacerlo y lo hacen. Casi todos los días, diferentes personas se congregan frente a Downing Street para expresar sus opiniones sobre un tema ú el otro. Con frecuencia también se reúnen frente a la sede del Parlamento británico en donde los miembros del parlamento de diferentes partidos se dan cita para debatir los temas del día, así como fuera de varios edificios del gobierno. Estas son protestas permitidas bajo la ley británica, realizadas cerca del centro del poder político británico, que pueden ser vistas desde donde trabajan el Primer Ministro, los Ministros del Gabinete, los políticos y los funcionarios del gobierno.
Los británicos pueden protestar sobre la política del gobierno en otras formas también. Pueden escribir a su miembro del parlamento (MP) y esperar recibir una respuesta. Pueden reunirse con sus MPs y plantear sus preocupaciones. Pueden escribir a los periódicos, unirse a grupos ú organizaciones opuestos a la política del gobierno, organizar marchas o manifestaciones, organizar solicitudes o utilizar las redes sociales. Los críticos del gobierno son generalmente entrevistados en programas de televisión o de radio; las editoriales de periódicos criticando la política gubernamental son algo común.
Ese derecho, el derecho de la libertad de expresión está consagrado por la Convención Europea de Derechos Humanos y garantizado en la Ley de Derechos Humanos (HRA, por sus siglas en inglés) de 1998. Ambos documentos establecen que ‘Todo individuo tiene derecho a la libertad de expresión. Ese derecho debe incluir la libertad de tener opiniones y de recibir e impartir información e ideas sin la interferencia de autoridad pública y sin distinción de fronteras.’ Las personas pueden expresar sus puntos de vista en voz alta o por medio de la publicación de artículos, libros o folletos, programas de televisión o de radio, obras de arte o las redes sociales. Es posible imponer límites sobre ese derecho, pero solo si esos límites están prescritos por la ley, son necesarios y proporcionales, y persiguen un objetivo legítimo. Existe también un saludable debate público sobre donde están los límites del derecho a la libertad de expresión, por ejemplo, en lo relacionado con temas de seguridad nacional, integridad regional y seguridad pública.
Por tanto, si algún académico cubano o periodista está en Londres cuando yo me encuentre allí, tendría mucho gusto en mostrarle una manifestación pública en el Parliament Square o fuera de Downing Street. Estoy seguro de que les resultará revelador. Y por supuesto deben llevar un megáfono en caso de que quieran sumarse!