Gracias a Rhys Patrick, mi colega en la Embajada en la Habana por este blog.
El mes pasado visité Camagüey y Ciego de Avila, dos provincias en el centro de Cuba famosas por su ganadería y por sus impresionantes archipiélagos. Cuando el pirata británico Henry Morgan visitó Camagüey en 1668, saqueó la ciudad y encarceló a los líderes del pueblo en la catedral hasta que le revelaran donde estaba escondido el oro, el que para sorpresa de nadie, se llevó. Mi visita a “la ciudad de las leyendas” no fue tan intrépida. Decidí temprano que no iba a tomar rehenes ni a llevar un parche en el ojo. Y mi apretado programa de reuniones con las autoridades, periodistas y cuentapropistas locales no me dio mucho tiempo para el saqueo. Pero sí salí de allí con algunos conocimientos sobre los cambios y los retos que enfrenta la región.
En Camagüey, reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, escuché hablar mucho sobre la importancia de la agricultua. La provincia es plana y fértil y hay más reses per cápita en Camaguey que en cualquier otra región de Cuba. Esta riqueza en la agricultura ha propiciado el desarrollo dinámico de la biotecnología basada en la medicina veterinaria y de las plantas, la que también es exportada a Europa y a América Latina. En Ciego de Avila el turismo es la base de la economía, gracias a las islas espectaculares en el norte donde hay 16 hoteles con 5500 habitaciones – muchos de las cuales pertenecen a Gaviota, el grupo turístico de la rama empresarial del MINFAR. La bonanza turística ha producido beneficios económicos enormes con nuevos trabajos, clientes e infraestructura, y el gobierno tiene previsto un crecimiento de un 400% para el 2030 en dicho sector turístico. Pero en las dos provincias hay grandes preguntas con relación a cómo se puede hacer crecer la economía más allá de estos sectores. Ninguno de los estudiantes que conocí en la Universidad de Camagüey quisiera trabajar la tierra por ejemplo. Mucho dependerá de un sector privado que crece a un ritmo lento – hay alrededor de 35 000 cuentapropistas en las dos regiones juntas – lo cual es todavía un avance pequeño. Un progreso real dependerá de mejoras en la forma de hacer negocios en la isla.
La otra razón de mi visita a esta parte de Cuba fue para entregar camisetas, shorts y medias del equipo nacional de fútbol de Inglaterra a equipos locales. Me reuní con equipos masculinos y femeninos en Camagüey y Ciego de Avila para regalar estos implementos a las futuras estrellas del fútbol cubano, y verles en sus sesiones de entrenamiento. Las camisetas lucían excelentes y espero que esto contribuya a apoyar el desarrollo del más internacional de los deportes en el corazón de la isla. La pelota es el deporte nacional pero el fútbol se va imponiendo y es fácil encontrar jóvenes cubanos jugando fútbol en las calles o en los parques, o apoyando a sus equipos favoritos europeos en la televisión, normalmente el Barcelona o el Real Madrid, aunque… ¡vi una camiseta del Chelsea en Camagüey! Cuba tiene una historia deportiva fantástica y espero que no pase mucho tiempo antes de que veamos a los equipos nacionales tanto femenino como masculino en una Copa Mundial.